Proponer la carta más conveniente para las necesidades  que plantea el propietario de un local de comidas,  implica otros conocimientos aparte de los específicamente gastronómicos, para lograr una armonía entre los diversos componentes que integrarán el menú.

Cada lugar tiene particularidades y matices diferenciales, que es preciso tener en cuenta al analizar las diversas opciones gastronómicas posibles.

Son importantes: la ubicación geográfica, que ofrece un perfil del cliente potencial; la arquitectura del lugar, que determina un estilo de referencia y el público que se busca atraer, cuyas preferencias determinan una toma de decisiones selectivas.

La ponderación adecuada de estos tres aspectos y su reflejo en el menú resultante, potencian las posibilidades de éxito.

El desarrollo completo es un proceso gradual que insume no menos de tres meses, período en que, una vez definido el perfil del menú, cada uno de los platos que van a formar parte de la nueva carta, se somete a la evaluación de los propietarios del local, de clientes potenciales y, eventualmente, de críticos gastronómicos.

Pasados satisfactoriamente estos tests, efectuados los ajustes que se crean necesarios, recién entonces los platos se incorporan a la carta.